Traducción de Teresa – teresa_0001@hotmail.com
Ya conocemos que la reencarnación es una creencia difundida en el hinduismo, en el judaísmo, en el cristianismo original y en el budismo. Todas estas doctrinas beben de la fuente de la cultura oriental, pero esta línea de pensamiento (la supervivencia y el retorno del alma tras la muerte) también era cultivada en el Occidente.
Los griegos Órficos, por ejemplo, exponían su Doctrina Palingenésica con un ropaje filosóficamente avanzado, que tuvo influencia sobre Sócrates y Platón (en la obra Fedón), entre otros. Antes de él, Pitágoras también la adoptó como condición sine qua non para la evolución plena del alma. Clemente de Alejandría (posteriormente inhabilitado por la Iglesia Católica) y Orígenes, el Cristiano (“considerado el mayor erudito de la Iglesia antigua”), también la habrían divulgado.
En la Europa galesa y británica, los druidas creían en la reencarnación en términos semejantes a los griegos y budistas. Tal creencia formó parte integrante de la doctrina cristiana hasta el Concilio de Constantinopla, en 533 d.C., cuando, por motivos políticos, fue formalmente repudiada por el clero. Aun así, la idea ha persistido entre algunos cristianos, especialmente los Cátaros, en el siglo XII. Sus ideas (bastante interesantes, que seguramente han inspirado a los creadores de The Matrix) chocaban directamente con las de la Iglesia Católica, y por ello la “Santa” Inquisición echó mano de una campaña militar de 20 años para erradicar a los Cátaros de la faz de la Tierra (Amén). Además de ellos, Giordano Bruno (quemado vivo en 1600) sintió en su propia piel la intolerancia de la ICAR al defender ideas heréticas tales como el Hermetismo, el Heliocentrismo y la Metempsicosis.
En fin, la reencarnación es más una regla que una excepción. Pero las razones y medios por los cuales la reencarnación se procesa son algo oscuros en esas religiones, y sólo la doctrina espírita ha procurado poner “los puntos sobre las íes”, con la codificación de Allan Kardec y, en el Brasil, con los relatos en forma de romances espirituales psicografiados por Chico Xavier (repletos de lecciones de moral y contenido didáctico, como toda buena guía espiritual). Así, hemos quedado un poco encasillados en los romances y hemos dejado de cuestionar nuevas posibilidades, nuevas visiones, nuevos procesos que no entenderíamos en los años 50 (época de oro de los libros de Chico) pero que hoy, casi 60 años después, podríamos “osar” comprender. El pensamiento que sigue no tiene la pretensión de reescribir la teoría de la reencarnación para cualquier doctrina, sino tan sólo facilitar un punto de vista alternativo, paralelo. El texto no es exactamente mío; pero sí una compilación de cosas que han sido debatidas en la lista Voadores, principalmente por Lázaro Freire, Patricia Montini y Arauto Draconiano. Me he apoderado sin piedad de sus textos, modificando cosas aquí y allá, y añadiendo tantas otras.
Vemos entonces algunos datos que comprometen el raciocinio reencarnacionista tradicional:
1) Nacidos en este planeta hasta mediados de 2002 = 106.465.367.669 personas.
2) Personas todavía vivas hasta mediados de 2002 = 6.215.000.000 personas. (Fuente: Population Reference Bureau)
3) Razón entre el total de espíritus encarnados y el total de espíritus desencarnados aguardando reencarnación = 1:10. (Fuente: Varias obras espíritas)
4) Total de espíritus que ya han nacido alguna vez en este planeta, pero que han pasado ya a habitar planetas más adelantados y no volverán a reencarnarse aquí (digamos una estimativa conservadora de 10% del total de los nacidos) = 10.645.636.766,9. (Fuente: Al buen tuntún).
Conclusión:
1) 95.810.730.902.1 vidas ya han sido realizadas, distribuidas entre 68.365.000.000 espíritus, lo que da una media de 1,4 vidas por espíritu, lo cual significa que, si cada uno de los 68 billones de espíritus aún ligados a este planeta hubiese tenido el mismo número de encarnaciones que los demás, entonces cada espíritu se habría reencarnado 1,4 veces.
2) Prosiguiendo con los cálculos, vemos que, para que por lo menos un 10% de los espíritus aún ligados a este planeta (encarnados o no) hubiese tenido 5 encarnaciones, el otro 90% tendría que haber tenido SOLAMENTE UNA ENCARNACIÓN.
Extraño, ¿no? Entonces veamos a continuación un diálogo de la película Waking Life que es una especie de Quiénes Somos Nosotros de la Filosofía y de los sueños lúcidos, y que recomiendo a todos mis lectores:
– No se me va de la cabeza algo que me has dicho. Sobre la sensación de que observas tu vida desde la perspectiva de una anciana al borde de la muerte… ¿Te acuerdas?
– Sí… Aún me siento así, a veces. Como si viese mi vida detrás de mí. Como si mi vida despierta fuese de recuerdos…
– Exactamente. He oído decir que Tim Leary, cuando se estaba muriendo, dijo que miraba para su cuerpo que estaba muerto, pero su cerebro estaba vivo. Aquellos 6 a 12 minutos de actividad cerebral después de que todo se apaga. Y un segundo en los sueños es infinitamente más largo que en la vida despierta. ¿Comprendes?
– Claro. Tal como, yo despierto a las 10:12 horas. Entonces, vuelvo a dormirme y tengo sueños largos, complejos, que parecen durar horas. Entonces me despierto y son las 10:13 horas.
– Exacto. Entonces aquellos 6 a 12 minutos de actividad cerebral… ¡pueden ser tu vida entera! Quiero decir, tú eres aquella anciana, mirando para tras y viendo todo.
– Si yo soy, ¿qué serías tú en eso?
– Lo que soy ahora. Quiero decir, tal vez yo sólo exista en tu mente. Yo soy apenas tan real como cualquier otra cosa.
– Sí… He estado pensando acerca de algo que me has dicho. Sobre la reencarnación, y de dónde proceden todas las nuevas almas a lo largo del tiempo. Todos dicen siempre que son la reencarnación de Cleopatra, o de Alejandro Magno… No son más que tontos de capirote, como todo el mundo. Quiero decir, es imposible. Piensa en eso: la población mundial se ha duplicado en los últimos 40 años, ¿cierto? Entonces, si tú crees en esa historia egoica de tener un alma eterna, hay un 50% de posibilidades de que tu alma tenga más de 40 años. Para que ella tenga más de 150 años hay… una posibilidad en seis.
– ¿Qué estás diciendo? ¿Que no existe la reencarnación? ¿O somos todos almas jóvenes?
¿Que la mitad de nosotros somos almas de primer viaje? ¿A dónde quieres llegar?
– Yo creo que de alguna forma la reencarnación es una expresión poética… de lo que realmente es la memoria colectiva…
He leído un artículo de un bioquímico, no hace mucho tiempo. Él decía que, cuando un miembro de una especie nace, tiene un billón de años de memoria para utilizar. Es así como hemos heredado nuestros instintos.
– Me gusta eso. Es como si hubiese una orden telepática de la cual formamos parte, conscientes o no. Esto explicaría los saltos aparentemente espontáneos, universales e innovadores en la ciencia y en el arte. Como los mismos resultados surgiendo en todas partes, independientemente. Un tío en un computador descubre algo y, simultáneamente, varias otras personas descubren lo mismo.
Hubo un estudio en que aislaron a un grupo durante un tiempo y controlaron sus habilidades para hacer crucigramas con relación a la población en general. Entonces, les dieron un juego de la víspera, que la gente ya había respondido. Su puntuación subió dramáticamente. Sobre el 20%. Es como si, estando ya las respuestas en el aire, pudiesen ser pescadas. Es como si estuviésemos compartiendo nuestras experiencias telepáticamente…
No hacen falta muchas cuentas o conjeturas para ver que, matemáticamente, casi todos están en la primera “encarnación” aquí. O que lo que denominamos reencarnación puede ser algo bastante más colectivo, tal como la evolución, si “Somos Todos Uno”. ¿Será por eso que tantas personas diferentes dicen creer (¡de veras!) haber sido Cleopatra – o Allan Kardec? ¿No será hora de abrir la mente para un modelo un poco más akáshico y colectivo para la reencarnación?
Por otra parte, es innegable (para espiritualistas y sensitivos) que tenemos acceso, si no a “vidas”, por lo menos a “vivencias pasadas”, incluso como parte de nuestra experiencia personal.
Podemos inclusive tener recuerdos y sincronías. Pero ¿será que provienen verdaderamente de un ego de nuestra “propiedad”? ¿Será que aquello a que tenemos acceso en TVP, akash y sueños, proviene de veras de la continuidad de nuestro ego personal? Y si somos todos uno solo, ¿por qué necesitamos “tener” un ego así tan personal?
En un artículo publicado esta semana por la revista Science, el Dr. H. Henrik Ehrsson, del Departamento de Neurociencias Clínicas del Instituto Karolinska, en Estocolmo (Suecia), ha conseguido inducir a personas sanas a una experiencia extracorpórea. Según Ehrsson, el fenómeno es “una ilusión perceptiva en la cual los individuos experimentan que su centro de consciencia, o su ‘yo’ está situado fuera de sus cuerpos físicos, y miran para sus cuerpos desde el punto de vista de otra persona. Esta ilusión demuestra que el sentido de ‘ser’ , localizado dentro del cuerpo físico, puede estar determinado plenamente por procesos perceptivos, es decir, por la perspectiva visual juntamente con el estímulo multi-sensorial del cuerpo”. Caso no lo hayan comprendido, ¡es un científico neuronal diciendo que su YO no necesariamente existe dentro de su cuerpo!!! ¡Y basado en métodos científicos, publicados en la prestigiosa revista Science!
Lázaro Freire cuenta que cierta vez tuvo certezas íntimas de haber sido un personaje conocido. Para no ‘viajar’ mucho, aceptó haber sido tal vez un conocido, un colaborador. Pero el caso es que él tomaba un libro y le venía todo, sin contar sincronías variadas. Todo lo que haría pensar a un espírita (o a un ufólogo místico) haber sido “el tipo” e intentar recuperar su “misión”. Por precaución, ha preferido confirmarlo para sí mismo que salir reviviendo su “encarnación” anterior. Y obtuvo algunas confirmaciones. Hasta que comenzó a acceder a la vida de otro autor B, con la misma sinceridad e intensidad. Más confirmaciones llegaron, del mismo modo. Más tarde, al tomar un libro de un autor C, un fajo de conocimientos le vino a la mente. Él ya sabía lo que estaba escrito allí, escribía de forma parecida a la suya, se identificó mucho con el autor. Lo mismo pasó con D, que referencias espirituales dignas de confianza le habían dicho más tarde haber sido él en otra vida. De hecho, él se identificaba con todos ellos. Y los varios karmas de A, B, C y D explicaban bien su vida, tanto en los defectos como en las cualidades. ¡El problema es que esas personas habían vivido prácticamente en el mismo tiempo!! Aún intentaron decirle que tal vez ellos se hubiesen encontrado, o que posiblemente él hubiese sido un intelectual que había estudiado mucho a los cuatro, pero en su interior él sabe que ha tenido “acceso” a ellos de alguna forma.
El caso es que nuestro “hardware”, aun siendo de última generación parece poder acceder a los “softwares” más antiguos, vía emulación.
Un modelo más “dilatado” de los Archivos / Registros Akáshicos puede responder por estos fenómenos. Para quien no lo sabe, esos archivos son como registros de acontecimientos que ocurren en determinado lugar. Un sensitivo, por ejemplo, podría, al caminar por las playas de Normandía (Francia), “acceder” a algunas escenas del desembarco del Día-D (más o menos como aquel anuncio del History Channel, el “descubre dónde estás” ) que han quedado impresas en el “éter” o “Akash” (la materia prima del Universo, en Metafísica). Por los mismos motivos ciertos lugares resultan “encantados”.
Tengo incluso una historia interesante para compartir acerca de esto. Hace algunos años, por Carnavales, aquí en Recife, estaba yo por la noche siguiendo al “Batutas de Sao José” y cantando el Himno de los Batutas, cuando, al entrar por la Avenida Marqués de Olinda, cerca del Marco Cero, entré en una especie de limbo, en que “veía”, con los ojos de la mente (y superpuestos a mi visión “real”) personajes de otros carnavales. He podido percibir claramente a pierrots y colombinas debruzados en las ventanas de los caserones (hay muchos abandonados), arrojando confetis y serpentinas. Fue una experiencia muy, muy diferente a simplemente imaginar aquello. ¡Yo estaba VIENDO, y al mismo tiempo no viendo! Aquello me pareció tan extraño (ver una ventana abierta con un payaso de cuello ancho, y por detrás la misma ventana cerrada) y tan lindo (la lluvia de confetis, las serpentinas ligando un edificio con el otro) que acabé saliendo de aquel estado, con lágrimas en los ojos por no tener nosotros esto hoy día.
Las explicaciones para esto pueden implicar que yo haya “recordado” otra encarnación mía en Recife, en aquel mismo punto, en un Carnaval cualquiera. Puede ser que haya accedido a los registros akáshicos, o simplemente haberme desplazado en la línea del tiempo (como aquella película Proyecto Filadelfia). O bien he tenido un rapto, y debería haber tomado medicinas… Pero son cuestiones que no deberían estar en uno u otro compartimiento de creencias: hay que abordarlas desde todos los ángulos, pues no tenemos la certidumbre de NADA.
Una persona hace Terapia de vidas pasadas para saber por qué no le gusta su nuera, y entonces descubre que ella le ha robado el marido en otra vida. Todo forma sentido, todo se encaja mágicamente como en un romance de Zibia Gasparetto, y la persona sale de allí diciendo que “se ha resuelto”. Hasta puede ser que eso haya venido de una vida pasada, sí (hay otras posibilidades), y tal vez incluso haya sido la suya (hay otras, también). Pero no basta, a mi modo de ver, saber que el peso de aquí es igual al de allá, y que todo está bien en la misma proporción. Al contrario, creo que las cosas se encajan así tan mágicamente (en sueños, regresiones o romances de Zibia) exactamente porque han sido “hechas a medida”, o sea, son la perfecta compensación de la mente. Es como una ecuación, el problema (nuera) está a un lado de la igualdad, de tal modo que todo se equilibra, SI… (Y aquí viene el contenido de la regresión). En este momento el terapeuta halla la forma de comprender de QUÉ tipo de igualdad y variables estamos hablando, y puede comenzar a actuar de modo a crear una nueva relación entre la suegra y la nuera – y, probablemente, de un gran Edipo que habría en ese tipo de compensación (robar mi hijo = robar mi hombre).
Puede ser que la persona haya vivido de veras aquello en otra vida. Pero si ella ha vivido innumerables otras cosas, y el inconsciente ha ido a buscar AQUELLO, es porque allí debe encontrarse el simbolismo para el reequilibrio y la resolución. Por el mismo motivo, podría buscar en el Akash, en la vida de otra persona, en un mito del inconsciente colectivo vuelto a dramatizar oníricamente mediante el trance, o incluso, fabricado en el momento, oníricamente, como fuerte imagen de compensación. A fin de cuentas, da igual.
Tiempo y espacio son conceptos que no forman sentido para el inconsciente.
Sigmund Freud
Vemos que nuestro abordaje psicológico / metafísico de la reencarnación hoy es como aquella fábula del elefante y los tres ciegos: todos están en lo cierto y al mismo tiempo todos están equivocados. Ken Wilber nos habla de que cada escuela o teoría psicológica sería más adecuada a la explicación de una serie de comportamientos específicos dentro de un “espectro” de comportamientos posibles al desarrollo humano.
Así, tendríamos, desde un cuadro más mecanicista, dado, por ejemplo, por el behaviorismo radical, hasta los más avanzados, como el de la Psicología Transpersonal. Estando cada escuela, dentro de su encuadre teórico, relativamente en lo cierto, en estas condiciones.
El pensamiento transpersonal de Ken Wilber bebe en la tradición de la Teosofía (y, por consiguiente, de los Rosacruces) que, a su vez, se inspira en el modelo budista Tibetano, encontrado en el Libro Tibetano de los Muertos, que rompe con lo que comúnmente conocemos como reencarnación de la personalidad.
Con base en esto, Frank Visser propone que el Ego espiritual (o sea, lo que consideramos ser el espíritu de Juan Cualquiera, que ya ha sido Napoleón en otra vida y que ya ha tirado piedras a la cruz de Jesús en Jerusalén) está desasociado de la personalidad terrena (o sea, ese espíritu no ha sido nada de eso, siendo apenas una gota en un océano que ya ha comportado en sí gotas que animaron a Napoleón, a Juan Cualquiera y al miserable que apedreó la cruz). Tras la muerte del cuerpo físico, el Ego espiritual se marcha a su mar y aquella personalidad todavía permanece durante algún tiempo en el mundo astral y mental, desvaneciéndose gradualmente (como una pila que pierde la carga) hasta esfumarse. ¡Puf! Allí en el océano, el Ego “descansa” (durante horas o años), hasta sentir la necesidad (que él describe como un “hambre”) de recibir estímulos de los planos más groseros, de sentirse “vivo”.
No se nos manda de vuelta a la Tierra en contra de nuestra voluntad, sino por necesidad. Sólo si somos espiritualmente conscientes (o sea, si ya hemos alimentado nuestras baterías en el plano espiritual con plena consciencia), no tendríamos ya la necesidad de retornar. Algunas almas buenas regresan puramente por el deseo de liberar a otras almas de ese ciclo inconsciente (¿alguien ha dicho Jesús?).
Lo que me ha parecido raro en la teoría es que, si el ego espiritual encarna a una personalidad, ¿qué se ha hecho de las memorias y experiencias de esa personalidad? ¿Quedan retenidas? Si es que sí, entonces es lo mismo que decir que la personalidad está retenida en el ego.
Si quedan compartidas con otros egos, entonces ¿cómo puede el ego sentir necesidad de “bajar” para “alimentarse”, puesto que comparte la experiencia de vida de otros egos que están “subiendo”?
Es más, esta última alternativa es la idea que Carl Gustav Jung se formaba de la existencia consciente después de la muerte: una consciencia de la humanidad. Cuando alguien se muere, “transmite” su experiencia a la consciencia colectiva (que nunca excede el límite de lo que el hombre encarnado puede alcanzar, o sea, nunca “aprende” nada del “lado de allá”), y por eso la vida aquí en la Tierra tendría tanta importancia, pues sólo aquí, en la vida terrena, donde los extremos se tocan, podríamos elevar la consciencia general.
Una imagen interesante del Ego espiritual de Wilber es la del buceador que va a buscar una perla a grandes profundidades. El espíritu busca la perla de la experiencia/vivencia en la Tierra, pero no puede permanecer mucho tiempo allí. De cuando en cuando necesita retornar a su mundo original, para “respirar”.
Es un concepto similar en parte la concepción órfica de la inmortalidad” el alma está enterrada en el cuerpo como en un túmulo (soma-sema, que significa en griego cuerpo-túmulo). Como consecuencia, la existencia encarnada se asemeja más a una muerte y el fallecimiento constituye el comienzo de la verdadera vida. Esta verdadera “vida” no es obtenida automáticamente; el alma será juzgada según sus faltas y sus méritos. Tras cierto período, se reencarna. La influencia egipcia – juicio de Osiris y reencarnación – no puede ser objeto de sofismas en el orfismo. Durante ese vía crucis, de reencarnación en reencarnación, incluso en cuerpos de animales, el alma se va purificando. En esos intervalos reencarnacionistas, el alma llega a demorarse unos 1.000 años en el castigo del infierno, donde sufre un ciclo de pesadas penas. Cuando llega a estar completamente purificada, sale de ese ciclo de generaciones para reinar entre los héroes. El destino, obviamente, no será el mismo para los iniciados órficos y para los profanos. El común mortal profano deberá recorrer diez veces el ciclo antes de escapar.
Existe un concepto difundido en la Iglesia Mesiánica (y también en la Iglesia budista Risho Kossei-kai) de que somos la suma de millares de antepasados. Es la Doctrina Anatta (del “no-yo”), en la cual lo que permanece tras la muerte no es el alma individual, sino el karma (acción) que se hizo en vida. Según la enseñanza de Buda, la existencia, la continuidad de la vida y su cesación son explicadas en una fórmula detallada – llamada Patika Samuppada (producción condicionada), constituida de doce factores:
- Por la ignorancia son condicionadas las acciones volitivas o formaciones kármicas.
- Por las formaciones kármicas es condicionada la consciencia.
- Por la consciencia son condicionados los fenómenos mentales y físicos.
- Por los fenómenos mentales y físicos son condicionadas las seis facultades (es decir, los cinco órganos de los sentidos y la mente).
- Por las seis facultades es condicionado el contacto (sensorial y mental) 6. Por el contacto es condicionada la sensación.
- Por la sensación es condicionado el deseo.
- Por el deseo es condicionada la posesión.
- Por la posesión es condicionado el proceso del llegar-a-ser.
- Por el proceso del llegar-a-ser es condicionado el nacimiento.
- Por el nacimiento son condicionados:
- La decrepitud, la muerte, las lamentaciones, las penas, etc.
Nótese que todo el proceso ha comenzado por la ignorancia, generando una acción que ha causado una consciencia. Hay semejanzas aquí con el Viejo Testamento (Génesis) y la ignorancia de Adán y Eva al dejarse engañar por la serpiente (una lectura atenta muestra que en el fondo ellos deseaban tener el mismo conocimiento/discernimiento que Dios). Después de esto, tenemos una acción (el mordisco al fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal) y, finalmente, el chispazo de consciencia (‘yo’ distinto de ‘tú’) que les hizo percibir que estaban “desnudos”. Fábula semejante está representada por la caída de Lucifer: la “caída” en sí está tan justificada por la consciencia recién adquirida, que no la percibimos como una ganancia.
Quien cae por el corazón, el sufrimiento es tanto que redime. Quien cae por la inteligencia – véase el ejemplo de la entidad demoníaca del texto bíblico, que no es tan simbólico como parece – no se siente caído…
Emmanuel
Así es como aparece la vida, existe y continúa, en forma circular (la tal rueda de Samsara). Sin embargo, si tomamos esta fórmula en sentido contrario, llegamos a la cesación del proceso, una vuelta a ligarse con el Todo.
Lo que Buda niega es la idea de la existencia de un alma inmortal individualizada. Al fin y al cabo, si el alma ha sido “creada” en algún punto, ella estará sujeta a cesar. Y el budismo es enfático en decir que nada es permanente. Entonces su individualidad también es una ilusión que tiene que ser superada para evitar el sufrimiento, así como su idea de “mi cuerpo”, “mi familia”, etc.
Tal vez estemos demasiado apegados a nuestra personalidad para analizar la reencarnación no sólo como flores individuales abriéndose y muriendo, sino como un jardín, en el cual cuidamos de las flores individual y colectivamente, buscando un efecto que sólo puede ser apreciado a distancia.
El Prof. Alberto Cabral, del CEFLE, suele decir que aquí en la Tierra hay “reencarnaciones por arquetipos”. A su modo de ver, diferente del que predica el espiritismo, las personas no vienen a reencarnarse con sus parientes y las situaciones de otrora, pues sería imposible en términos prácticos. Los espíritus tan sólo visten encarnaciones similares, situaciones parecidas donde se puedan encajar, las cuales sumadas cierran el escenario para que la persona encuentre – o supere – los complejos que necesitaría, kármicamente, encontrar. Por ejemplo: Tú tienes la impresión de que en la vida pasada estabas encarnado con un amigo de esta vida. Pero en realidad tu amigo de la vida pasada ha “evolucionado” más rápidamente que tú, que continúas siendo, por ejemplo, pendenciero. Entonces, tu amigo actual es otro espíritu camorrista, solamente parecido al que tu primer amigo era en la vida pasada. La fila ha avanzado. No tendría sentido que tu primer amigo siguiese a tu lado viviendo las mismas cosas si él ya ha aprendido aquello que tú todavía no has conseguido aprender. Reencarnaríamos por sintonía – lugares y personas necesarias o compatibles para la vivencia de los karmas, algo así. Tal concepto guarda semejanza con el Anatta budista.
Sin embargo el Krishnamurti nos habla de que al morirnos nada resta de individual, existiendo tan sólo un tipo de “patrón colectivo de emociones”, un campo que habrá de ser “personalizado” en cada nacimiento. Considero que, para esa doctrina, solamente sale de esta rueda de Samsara quien despierta, sale del río de la vida y del patrón “ego / pensamiento / emoción; tan sólo que, de ahí, tampoco restaría nada individual, porque ese “despierto” entonces se fundiría en el grande e incomprensible Todo que existe allende el río.
Según la Gnosis, el alma individualizada tiene a su disposición 108 vidas para alcanzar la auto-realización. Caso no lo consiga, deberá involucionar al reino mineral hasta que pase por la “Segunda Muerte”. Después de eso, la Esencia, el Alma, o principio inmortal, escapa y vuelve para la superficie, para la luz del sol, a fin de iniciar una nueva evolución, desde el estado mineral, pasando por el vegetal, animal y nuevamente llegar al estado humano o humanoide que otrora había perdido. En él de nuevo le serán asignadas 108 vidas. Si nos auto-realizamos en el nuevo ciclo, estupendo; si fallamos, repetiremos todo el proceso.
Para los Rosacruces, cada ser humano renace en el plano terreno cada 144 años, como media. Si, por ejemplo, una persona vive 80 años en este plano terrestre y muere, el alma y la personalidad de la referida persona permanecen en el plano cósmico psíquico por cerca de 64 años antes de reencarnarse, a fin de completar el ciclo de 144 años. Siguiendo el mismo razonamiento, el niño que desencarna a los cuatro años tendría que permanecer 140 años aguardando la reencarnación.
En el Bhagavad-gita, la más famosa escritura del hinduismo y base principal del movimiento Hare Krishna, se lee: “Tal como el alma corporificada continuamente pasa en ese cuerpo de la infancia a la juventud y a la vejez, del mismo modo, el alma pasa a otro cuerpo tras la muerte. El alma auto-realizada no se confunde con tal cambio.” Los Vedas explican también que, en el mundo material, el alma transmigra dentro de un ciclo de nacimientos y muertes materiales a través de 8.400.000 formas de vida. La forma de vida humana, sin embargo, es la única en que la persona puede auto-realizarse. Las especies de vida inferiores a las humanas no están dotadas de inteligencia suficiente para comprender la diferencia entre el yo y el cuerpo.
Para la ciencia, existe aún la posibilidad de los “multiversos”. Entonces, ¿cómo queda la individualidad en cada universo paralelo? El resultado de toda esa ensalada parece indicar el perfeccionamiento de una individualidad duramente conquistada, reformada y perfeccionada para volver otra vez al Todo de donde sólo aparentemente había “salido”. ¿Por qué ha comenzado todo esto? ¿Será el Creador / Todo, que quiere reconocerse (In Lake’ ch)? ¿El Dios en mí saludando al Dios en ti (Namasté)? ¿Será que todo ese proceso ha sido un engaño? ¿O será que genera algún tipo de energía que mantiene nuestro universo?
Fonte: STUM World